COLEGIO MENORAH
COLEGIO MENORAH

Comisión 
2005
Bogotá,Colombia

Arquitectos Asociados:

Arq. Andrés Ortiz

Ubicado, en Bogotá, con 2.600 metros cuadrados, responde a las necesidades de las 1.950 alumnas que estudian allí, en doble jornada.

La necesidad de atender la demanda de espacio en el Colegio Distrital Menorah, levantado hace 30 años por iniciativa del capítulo de Damas Hebreas B´nai B´rith de Bogotá, y construido por el arquitecto Jacques Mosseri en el barrio Eduardo Santos, lleva a sus directivas y a la Fundación Menorah, su mecenas actual, a solucionar las necesidades de ampliación en beneficio de las 1.950 niñas que asisten en doble jornada.

Lo primordial fue la aplicacion de los Estándares Básicos para Construcciones Escolares, informe publicado en el 2000 por la Secretaria de Educación del Distrito Capital, que establece las condiciones en las que deben levantarse planteles educativos en Bogotá.

En el mencionado informe se plantea la necesidad de crear colegios más abiertos a sus entornos; que puedan convertirse en escenarios de la actividad comunal; que no cuenten con cerramientos de muros o setos que los conviertan en lugares aislados; que sean edificaciones que perciban la labor educativa como un proceso transparente entre el maestro y el alumno y viceversa; se revalora el concepto de aula como único lugar para la adquisición de conocimiento; se propone que la edificación se convierta en un punto de referencia y generador de espacio público; y se concibe el colegio, todo, como un motivador del aprendizaje, que ya no está suscrito necesariamente al aula.

Con todo esto en mente, lo primero que tuvieron que afrontar los arquitectos fue la limitación de espacio para el programa requerido: un aula múltiple, dos salones de informática, doce aulas, tres laboratorios, dos talleres, una biblioteca, una batería de baños, dependencias administrativas y un gran patio central, dedicado al esparcimiento de las niñas. Todo en 2.600 metros cuadrados. La necesidad de cumplir este programa llevo a los arquitectos a diseñar un colegio con tres niveles, usando una estructura aporticada que permitió despejar la mayor parte del primer piso y así generar un gran patio con tres ambientes: un área deportiva, un espacio cubierto ideal, y otra área para actividades recreativas de tipo pasivo.

Luego, el colegio se alza en tres grandes módulos o rectángulos construidos con perfiles de vidrio vitrolit intercalados con ventanas, que le brindan cierto ritmo al edificio, le otorgan una apariencia muy liviana, y permiten contar con salones bien iluminados, que reciben la luz norte y sur, sin que se produzca encandilamiento. Estas superficies ligeras se ven complementadas con muros de concreto color ocre. El tercer material que se involucra al edificio es el acero, que también contribuye a que este presente una apariencia contemporánea.

Además de las aulas de clase, se generaron otros espacios para el aprendizaje, como sucede con una terraza que remata uno de los módulos, donde se puede tener un aula de clase al aire libre, o la biblioteca en el primer piso.

Como ya se señaló antes, la búsqueda de transparencia no obedece solo a un asunto formal, sino a la necesidad fundamental de que los planteles educativos se conecten con su entorno.  “Queríamos que el colegio tocara las calles y que no estuviera cerrado por muros para que se involucrara a nivel del andén con la ciudad”, señalan los arquitectos. Por eso los andenes que lo circundan fueron intervenidos y se diseñó una plazoleta como acceso, desde donde se puede ver la iglesia de Santa Helena, ubicada a unos cuantos pasos de allí, y los cerros orientales como gran vista.